A mí no me
tiembla la pluma
para concebir las
escenas
en donde se
deja plasmada
la
desnudes del hombre que yo amo
no necesito
de mascaradas,
para
dejar cristalizada con mí tinta
indeleble
los recuerdo de nuestras sabanas blancas de la
alcoba imaginaria
en el que
como lobo de corazón erguido y con
delicadezas vulgares
te
amamantabas de mis pezones dorados
y yo sentía
que mis senos eran un mar en tu labios
y en el que tú
tan solo conociendo mi alma te atreviste
a busca mi duelo
y a acorazarte
en mi cueva solidaria,
y vivíamos
desesperados anhelantes de una lluvia
de ávidos placeres,
como si fuésemos
una turba desplazada a otro poblado.
A mí no me
tiempla la pluma
Para dejar
expresado que el amor se hace vulgar
Cuando se intenta racionalizarlo.
A mí no me
tiembla la pluma
para decir
que he sentido y he vivido contigo
la pequeña
la muerte en llamas, en el fondo de la arboleda
donde
nuestro afluente cantaba
a mí no me
tiembla la pluma
para decir
que he sentido y que he gozado
de nuestra
solemnidad nocturna,
como si ésta
hubiese sido un río
que sobre
Paris se extendía.
A mí no me
tiembla la pluma para decir
que yo
adoré esas horas
en las que
Febo se hubiese complacido
de hacer una
estatua dorada
al ver que
tu yo sin habernos conocido
nuestros
palpitantes rostros
gozábamos sin mentira y ansiedad
de nuestros
frutos para otros prohibidos.
Asoreth
Para mi duende del alma
Para mi duende del alma
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